martes, 15 de marzo de 2011

Nuevo trastorno por el uso de Internet: Hiperactividad Improductiva

La utilización extendida de la web llevo a que muchos sufran un deficit de atención importante a la hora de realizar otras actividades.

La hiperactividad improductiva es un trastorno de la conducta que se caracteriza por una intensa actividad motora sin un objetivo aparente.Este problema suele vincularse muchas veces a otro: el déficit de atención. Entonces, quien padece ambos encuentra que le es muy difícil concentrarse para realizar tareas que incluyen funciones cognitivas, incluso las tan "sencillas" como escribir y leer manteniendo un argumento coherente.

Este trastorno es asociado, en los últimos tiempos, a la extensión del uso de internet . La ruptura de la linealidad de la lectura, la síntesis de contenidos y la simplicidad de las palabras chocan contra una actividad de reflexión profunda que incluye argumentaciones, palabras largas y construcciones complejas. Dado que el cibernauta se encuentra siempre atosigado por distracciones (publicidades, colores, música, novedades informativas al instante, etcétera) le es imposible concentrarse frente a la pantalla, y arrastra este inconveniente a cualquier otra actividad de lectoescritura que desee encarar por fuera de la web.

Hace algún tiempo, el escritor argentino Alberto Manguel opinó sobre lo que ofrece la lectura en internet -a la que calificó de "superficial"- y sobre cómo afecta la concentración al acercarse a un libro tradicional.

"No es una lectura de ingestión, entendemos lo que hay en el texto pero no permanece de la misma forma" que lo que se lee en un libro, sostuvo el ensayista en una entrevista al diario romano Il Messaggero.

Nicholas Carr, experto en Literatura y Lenguaje de la Universidad de Harvard, fue uno de los primeros en notar este déficit de atención consecuencia de largas horas navegando en la red. "Perdía el hilo de lo que estaba haciendo y quería iniciar otra actividad como ver mi correo, un blog o escribir un 'e-mail'", plasmó en su libro The Shallows: what Internet is doing to our brain (Los superficiales: lo que Internet le está haciendo a nuestro cerebro), lanzado en los Estados Unidos en junio pasado.

Según su hipótesis, la web volvió "livianas y dispersas" a las personas de pensamiento . Estimaba que su cerebro se había "adaptado" al estilo de procesamiento de la red, por lo que siempre "pedía" por información acotada, nueva, en partículas y sintetizada, situación que impedía que la mente retuviera información y se consolidara la memoria a largo plazo. Concluyó que los internautas son más rápidos y automáticos mentalmente, pero menos rigurosos y profundos en sus pensamientos.
El sustento científico de este trabajo está en las investigaciones de Gary Small, especialista de la Universidad de California. Small estudió el comportamiento de personas asiduas a internet y el de otras menos afectas, y descubrió que en sólo cinco días de práctica en la web estas últimas lograban crear nuevos caminos neuronales en la mente, aunque las nuevas habilidades del cerebro nacían de quitar capacidad a otras áreas cognitivas.
En tanto, para Michael Merzenich, pionero en el área de neuroplasticidad, los internautas mantienen sus hábitos de navegación fuera de la red.

"Estamos adoptando los mismos hábitos de pensamiento: distraídos, apurados y superficiales", finalizó Carr, según se publicó en el blog Desequilibrios. Lectura y Cultura.

La música y las emociones

Los gustos de cada persona difieren en cuanto a música y músicos.  La música, sin embargo, no nos proporciona solo un placer normal, como puede hacerlo comer nuestro plato preferido.
La música nos brinda emociones increíbles, que no podemos describir del todo.  Un estudio del Centro de Ciencias del Cerebro y Sistemas Complejos -Universidad Florida Atlantic en Estados Unidos- que publicó PloS One (sitio dedicado a la divulgación científica), explica por qué las notas inducen pensamientos y emociones tan sublimes.
Los investigadores registraron las notas de  una pieza clásica de Chopin -el estudio Op. 10, Nº3- y las sintetizaron en una computadora sin utilizar el característico "sentimiento" humano.  También incluyeron una versión convencional tocada por un pianista.  Ambas, la emitida por la computadora y la ejecutada por un profesional, presentan los mismos elementos musicales, tales como la melodía, el ritmo, la armonía, el tempo y el volumen.  También fueron "interpretadas" por el mismo piano.  Sin embargo, solo la versión "humana" logró desatar una actividad cerebral particular y evocar respuestas emotivas.
Para comprenderlo se trabajó con voluntarios que tenían una gran afinidad con la música.  Además de observarse su comportamiento, se los sometió a una resonancia magnética especial que registró el flujo de sangre relacionado con la actividad neurológica del cerebro mientras escuchaban la música en cuestión.
El estudio constó de tres partes. En la primera, los participantes dieron cuenta de su tipo de respuesta emotiva en tiempo real. En la segunda se efectuó la resonancia magnética con cada uno de los dos tipos de música.  Por último, se evaluaron las emociones suscitadas en ambos casos.
La resonancia magnética reportaba el crecimiento del flujo sanguíneo asociado con la mayor actividad neuronal.  Los voluntarios escuchaban las dos performances y se registraban sus respuestas emotivas en tiempo real gracias a un software diseñado específicamente.
Se instrumentaron los tres pasos para garantizar la coherencia de las emociones de los participantes en el estudio de comportamiento con los resultados de la resonancia magnética funcional.


Los resultados de la investigación son muy elocuentes.  El toque "humano" -el plus que proporciona el placer de escuchar música ejecutada por un concertista- crea una interpretación expresiva diferente que puede evocar emociones más fuertes como consecuencia de una mayor actividad neurológica.
Por otra parte, las personas que escuchan música con fecuencia tienen una mejor actividad emocional y cerebral. "Nuestros oyentes no eran músicos profesionales, pero tenían experiencia en el campo de la música, tales como cantar en un coro o tocar en una banda", explica el Dr. Large, uno de los autores del estudio.
"Con estos datos no podemos determinar si la mayor actividad neurológica se debe a su experiencia o si esos individuos buscan experiencias musicales porque ella les produce más placer", agrega.
Lo que parece evidente, sin embargo, es que por más que las máquinas pueden ser sofisticadas o avanzadas en términos  tecnológicos, es siempre el hombre el que hace la diferencia.